‘MARÍA CAYUELA’ Y EL DESO DE ALIMENTAR LA MEMORIA Y EL CORAZÓN


Josefa Sánchez

Termino de leer el libro María Cayuela y me vienen al corazón las vidas de nuestras abuelas, padres y madres. Me llenan de admiración y ternura tantas mujeres valientes, fuertes, llenas de vida y amor, a las que su vivir las hizo más grandes y más libres.

Es una delicia como escribe Rosa, lo ves, lo percibes, tiene esa magia del movimiento en las palabras, y cuando a ellas se le junta una historia que merece mucho ser contada, a la vez que escrita de una forma tan clara y sencilla, surge lo mágico, y todo se une al deseo tan necesario de alimentar la memoria y el corazón.

Enhorabuena, Rosa, por describir aquellos años, unas veces tristes y difíciles y otras tan entrañables y hermosos.

Seguro que, como dices en “Las calles que vendrán”, vendrán calles anchas con mucha luz y salidas, con ventanas con flores que nos harán la vida más humana. Lo tuyo, en tus textos, es una siembra de belleza y humanidad, que es lo mejor que podemos hacer en nuestro vivir.

Este libro lo mismo te hace llorar que reír, y desde él nos sentimos identificadas a tantas familias que tuvieron que dar respuesta a aquel tiempo triste y difícil con absoluta grandeza de corazón y mucho coraje.

Gracias por escribirlo, porque dignifica lo libre, lo bueno, lo que merece ser contado para que no se olvide lo que fue, lo que fueron personas de una intachable honradez y dignidad.

   

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